lunes, 9 de diciembre de 2013

Jugando a entender

Cada vez quedan menos motivos para seguir levantándose por las mañanas.

Sigo repasando en esta retorcida y cínica mente ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? Y por más que le doy vueltas a este asunto, la conclusión sigue siendo la misma, es esta sociedad el problema. Aquí donde al justo lo joden y a los que no hacen nada se les da todo.
O te les unes o preces, es el juego de nunca acabar. No hay neutralidad, no existe el intermedio.

Siento que estoy perdiendo esta guerra, una guerra que ni si quiera era mía y aún así tengo que pelearla. Y todo se siente tan vacío, tan frío. Son estos momentos en que sabes que estas sola, que ni el grito más desgarrador que sale desde el fondo de tu alma podrá ser escuchado. Nada impedirá que seas arrojado a la boca del lobo, nada.

Quiero una mano extendida, dispuesta a todo. Un abrazo cálido por las mañanas, el susurro en el oído de que todo a partir de ahora estará bien. Sigo con la mirada bien arriba, esperando una señal, un estruendo, que apacigüe mi dolor. Pero hasta entonces, me quedaré varada en el lado oscuro de la luna, con el inminente insomnio y un hueco en el corazón.