Aun no puedo dormir, sé que es, pero no quiero darle un nombre en voz alta. Decir que me arrepiento seria pura poesía hipócrita, basura sencilla y reciclada. Y no sería justo señalar un culpable, al menos que sea yo, porque nadie me obligo. No, no voy a hacer una lista, no voy a jugar a elegir, porque ni siquiera pretendo olvidar.
Sé que toda mi vida he mentido con pretender borrar mis huellas del pasado, ahogar las penas en alcohol o dejarlas volar con el paso del tiempo, y estoy consiente de que nunca ha sido así. Envuelvo todas mis memorias con cuidado, pues son las que me han hecho lo que soy ahora, las guardo en el cajón para repasarlas en las noches una por una, para no volver a cometer un error como el que paso hoy. Tal vez no fue un error, pero tengo bien presente que si sucedió. ¿Por qué torturarme con las hojas secas del otoño?, supongo que existe una sola respuesta coherente a la interrogante, castigo.
Quiero llorar, realmente quiero romperme en lágrimas. Es lo mejor que me ha pasado en la vida & tuve que arruinarlo, siempre es así ¿por qué darme el lujo de ser feliz ahora? creo que ya paso mi oportunidad y no la supe aprovechar. Soy mi peor enemigo, ni mis pasos se cuidar; camino débilmente, insegura, a tropezones, sin rumbo.
Tengo lo que me merezco, ni más ni menos.
Una pequeña voz me dice a veces, que no importan los demonios y fantasmas que me persiguen, pero sus susurros helados son como la voz de la razón en mi cabeza; no merezco ser feliz, allá a lo lejos deje ir mi última oportunidad de poder serlo.
Es tan difícil decir adiós, & más cuando dejas atrás tantos bellos momentos, cada palabra en una conversación es clavarse en el corazón las espinas de la opresión. Ingenua ante las mentiras, siempre asumí que era mi culpa. Ahora eso tiene más sentido, de tantas veces que ha pasado, no dejo de repetirme que el problema soy yo. ¿Qué puedo esperar si no puedo ni gritar los años en los que me he sometido ha este valle de sombras?
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